Abrió la puerta y sólo
pudo ver en la oscuridad una silueta en el pasillo, un oscuro bulto
de un metro de alto, erguido y sobre la superficie de un charco de agua. La luz de la luna penetraba por la ventana, provocando la sombra petrificada en el suelo de aquel extraño ser, dejando una estampa aterradora.
Se acercó lentamente, con
paso tembloroso pero decidido. La madera del suelo crujía en cada paso
que daba. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad pudo ver
que aquel bulto dibujaba el perfil de una niña. Intentó verle la
cara pero el pelo cubría su rostro, aun así no le hizo falta para
reconocerla, era aquella niña que todos estuvieron buscando el año
pasado, la misma que encontraron en el lago.
-...no puede ser ¡Te
encontraron muerta!
Se acerco más, hasta que
se postró de rodillas frente a ella. Él miraba fijamente su cara cubierta
por su largo pelo negro. Hacia frío y podía verse como de su boca
surgía el vaho de una respiración entrecortada. En ese momento la
niña movió su brazo lentamente hacia su cara para apartarse el
pelo. Descubrió su rostro amoratado e inflado.
-...he vuelto para vengarme
por lo que me hiciste. Susurró la niña.
En ese momento todo se
oscureció y sólo quedó el eco de un grito que retumbo por toda la
casa.
Al amanecer, el servicio
de la casa encontró el cadáver de él tendido en el pasillo sobre
un gran charco de agua.
El forense diagnosticó que la muerte había sido causada por ahogamiento. Su rostro blanco,
sus labios amoratados, el cuerpo hinchado y los pulmones llenos de
agua. La misma que tras ser analizada pertenecía al agua del charco
donde se halló el cuerpo muerto, el mismo agua del lago del valle
Chew.
En una de sus manos
encontraron un mechón de pelo negro que pertenecía a Natali
Hudman, la niña que encontraron muerta en el mismo lago hace un
año.
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